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La Revista

Que no decaiga

La actividad industrial cae este año por la pérdida de competitividad y el menor consumo doméstico. En un escenario complejo, la mayor preocupación del Gobierno es la defensa del empleo.

Por Sin Firma
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Cuando a fines de abril los popes de la industria nacional, representados en el consejo directivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), se reunieron con el ministro de Economía, Axel Kicillof, quedó claro que el entramado fabril en su conjunto atraviesa un escenario bastante complejo. Mucho más difícil que el que supo disfrutar en la última década, aprovechando el momento virtuoso resultante de las políticas macro económicas y sectoriales impulsadas por el gobierno nacional.

En aquel encuentro, cada sector industrial derramó su rosario de demandas sobre la mesa del salón de cuadros del Palacio de Hacienda, mientras el joven ministro les recordaba que “este es el gobierno que más hizo por la industria”, y sin medias tintas descargaba: “¿O acaso conocen a otro que haya obligado a los bancos a prestarles a tasas subsidiadas?”, en relación a una de las últimas políticas de impulso a la industria. La realidad es que todos parecen tener una parte de razón. La caída del nivel de actividad en varios sectores productivos fue el telón de fondo de aquella reunión, en especial teniendo en mente la actualidad de la industria automotriz y su impacto en el empleo (al cierre de esta edición hay 14.000trabajadores suspendidos, aunque por ahora no hay despidos).Los analistas estiman que la industria en su conjunto se contraerá este año entre dos y tres por ciento, con un desplome del sector automotriz cercano al 15 por ciento. Ciertamente, desde 2003 en adelante el gobierno nacional apoyó a la industria, en el convencimiento de que es un sector clave en la generación de empleo, la producción de bienes con valor agregado y el desarrollo de nichos de exportación, en los casos en que la industria local puede competir en los mercados internacionales. Además, en estos años hubo una política de fomento a la sustitución de importaciones –suponen ahorro de divisas al país– pero el proceso quedó a mitad de camino en muchos segmentos productivos. Hoy la industria local tiene una alta dependencia de insumos importados.

Pese a ello, hay que recordar las medidas de asistencia a diversos sectores industriales, llevadas adelante por el Ejecutivo en 2009 al sobrevenir la crisis subprime en Estados Unidos y sus coletazos en Europa (asignación de Repro, licencias no automáticas, fijación de valores criterio, Declaración Jurada Anticipada de Importaciones, régimen de importación-exportación1 a 1), que permitieron superar los efectos de la crisis global en aquel momento y evitar la pérdida de empleos y el cierre de empresas, en especial pymes.

Pero no es menos cierto que en los últimos meses se han ido acumulando inconsistencias en todas las cadenas productivas, relacionadas con la pérdida de competitividad por las uba de costos de producción; las dificultades de acceso a insumos, partes y piezas importadas, y la presión impositiva, por mencionar algunos de los problemas más relevantes. Esto seda en un contexto en el que el comercio bilateral con Brasil no pasa por su mejor momento por la desaceleración de la economía del vecino país, y la caída de ventas en el mercado interno es una realidad difícil de negar.

“Es un año complicado para el sector industrial, porque la macroeconomía tiñe toda la agenda industrial”, afirma Marcelo Rougier, investigador del Conicet y especialista en temas industriales. Reconoce que la producción local tuvo un proceso de inversión en los últimos años pero destaca que “faltaron políticas más estructurales y mayor promoción de las exportaciones industriales”. A esto se suma un grado elevado de extranjerización, heredado de los años 90, y la escasez de una política de crédito específica. “No se avanzó en una banca de desarrollo, un diseño institucional que debe hacerse en momentos de crecimiento”, destaca.

Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport, explica que “la actual estructura industrial no puede aprovechar las ventajas de una devaluación como en el pasado”, y puntualiza que a las pymes industriales “el escenario les resulta muy cambiante en términos de dónde pararse para armar una posición competitiva”. Consultado sobre la agenda sectorial, el ex viceministro de Economía enumeró la inestabilidad en el relacionamiento externo, el elevado costo laboral argentino y la escasez de crédito como los aspectos más relevantes.

EL JAQUE

Un reciente informe de Orlando Ferreres & Asociados señala que “en abril la producción industrial se contrajo un 6 por ciento respecto del mismo mes del año pasado (….) acumulando en el primer cuatrimestre del año una disminución del3,5 por ciento anual”. La explicación central es la caída que evidenciaron en abril pasado sectores clave como maquinaria y equipos (-17,2 por ciento anual), fabricación de automóviles (-21,6 por ciento), minerales no metálicos (-13,4 por ciento) y refinerías (-6,9 por ciento anual).

En la misma línea, un relevamiento de la UIA asegura que en marzo de 2014 la actividad industrial cayó 6,1 por ciento, con un primer trimestre en el que la industria bajó 1,7por ciento. “La industria continúa profundizando el cambio de tendencia con caída en su nivel de actividad desde octubre pasado”, reseña el documento. Las perspectivas para 2014“muestran una actividad industrial con una contracción entre2 y 2,5 por ciento, fundamentalmente por la caída del mercado interno, el estancamiento de la construcción y una industria brasileña con poco dinamismo”, proyecta la UIA. Y agrega: “A este escenario se le suma la reciente suba de las tasas de interés que dificulta aún más la operatoria de las firmas, principalmente de las pymes industriales”.

Fernando Grasso, director de Adimra, la cámara empresarial metalúrgica, y vicepresidente de la Sociedad Internacional para el Desarrollo, asegura que “parte de los condicionamientos de la macro tienen que ver con cierto déficit en problemas estructurales en la Argentina”. Reconoce las dificultades de la industria en general pero admite que “son caídas desde un punto alto”, al tiempo que considera que la situación “se encauzó respecto de diciembre de 2013”.

Uno de los sectores estrella de los últimos años, la industria automotriz, hoy está en el ojo del huracán. Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb.com, asegura que los sectores más afectados son aquellos que anteriormente eran los más beneficiados por una coyuntura que desincentivaba el ahorro, entre ellos bienes durables. “En el mal desempeño que tendrá el sector automotriz en 2014 está la clave de la caída que experimentará la industria en el corriente año”, sostiene el experto. La industria automotriz representa6, 5 por ciento del PBI industrial y 7,2 por ciento del empleo.

De allí las dudas que surgen al momento de evaluar el impacto de la caída en la producción y ventas de autos. “Porcada puesto de trabajo (en esta industria) se crean otros 3,7empleos en alguna de las empresas relacionadas con algunos de los eslabones de la cadena. Es por esto que gran parte de los 165 mil puestos vinculados a esta industria están en peligro”, señala Lamothe. También se advierten problemas en la construcción y otros sectores vinculados al consumo en el mercado interno (calzado, textiles, electrodomésticos). Los que están mejor posicionados son alimentos y bebidas, industria farmacéutica, refinación de petróleo y químicos.

Por Carlos Boyadjian

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