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La Revista

MEJOR HABLAR DE CIERTAS COSAS

El 9 de agosto de 1986 Sumo se subió al escenario de Obras presentando su disco Llegando los monos. Gloria Guerrero nos recuerda aquella noche.

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Gloria Guerrero

Por Gloria Guerrero. Es atronador e irritante el chiflido de la monada en Obras, inflamada por la espera, pero, por fin, ahí llega el Mono. Viene empujado de prepo hasta el borde del escenario por el sonido, igualmente atronador e irritante, de lo que parece un desfile militar de gaitas escocesas: “¡Fee, fi, fo, fum!”.

Es un grito de guerra: “¡Fee, fi, fo, fum!”

“¡Bi, bam, bu, bam!”, traducimos aullando los monos de abajo. Y ahí está el Rey Mono, con esa gran bufanda-pañuelo blanca y negra. Se lo pone en la cabeza para cubrirse la pelada; ya se sabe: “Se peló por su trabajo”.

“¡Bi, bam, bu, bam!”

Toda vez que en la Argentina Iron Maiden tocó o toque su tema “The Trooper”, reventó o reventará la monada (los monos) para insultar al invasor inglés, aunque cada uno de los monitos haya pagado una fortuna sólo por darse el gusto de putear (y aunque “The Trooper” se refiera a la guerra de Crimea). Pero en agosto de 1986, en Obras, eso no califica. Este Pelado Invasor que nació en Roma; que se crió y se hizo puré en Escocia y en Inglaterra; que se reconstruyó en las sierras de Córdoba –y ni aún así nadie puede explicar por qué Luca tiene más arrabal porteño que cualquiera de los que estamos saltando acá abajo–, ahora viene y grita: “Fee, fi, fo, fum…”

“¡By the left, quick march!”

¿Por qué da la impresión de que este Mono, cuando canta en inglés, siempre, siempre, está cantando en castellano?

Bi, bam, bu, bam.

I’M AN ENGLISHMAN IN BAIRES

“Crua chan”, la canción de la fanfarria rara, cuenta una batalla de hace trescientos años entre escoceses e ingleses. Y, allá arriba, Luca (queda claro que está del lado de los escoceses) mueve las manos de manera más rara todavía: por momentos hace señales, o signos; o dedos para abajo, o dedos para arriba; o hace la venia como si fuera un marine, o pone la palma hacia arriba como pidiendo limosna. O simula cubrirse del sol, o de las luces. También hace de su mano un revólver. Y a veces pone los dos brazos hacia delante, como si fuera a chocarse con algo. Y se aprieta el pecho con un puño, a veces, como si quisiera frotarse el corazón.

La gente, abajo, tampoco sabe qué hacer con sus manos: sube los dedos en cuernitos; sube un índice arriba, señalando el techo; sube el dedo mayor (fuck), o sube los dos dedos en V. Algunos levantan un brazo y muestran su palma abierta. Nadie supo jamás qué hacer con sus manos y con sus dedos durante un show de Sumo.

“Ya no hay más monos, no existen. Si nos estamos extinguiendo nosotros y nuestro planeta, de los monos ni hablar. Pero, si es que llegan, llegan con todo. Y yo los voy a ayudar.”

Y ahora cae en picada el estadio porque Luca llama a sus perros: “¡¡Perra, Agosto, Agosto, Perrrraaaaaaa!!!”. Perra fue la Gran Mama Can en las sierras cordobesas; Agosto fue el cachorro de esa perra. “What a good time, what a lovely time!”: Luca se pone en cuclillas; y se para y camina, y se para y camina, y va y viene. Y se agacha, y se para y camina, y sigue cantando en inglés.

Y de pronto: “Soltate con Wellapon, soltate, soltá tu pelo con Wellapon, soltá el brillo, soltá la belleza de tu pelo con Wellapon…”.

“I used to love this rock & roll world, but now I love this suicide world.” (Antes yo amaba este mundo del rocanrol; pero ahora amo este mundo suicida.)

“Hay muchos que vienen [a los shows de Sumo] por hacerse los esnobs; otros que escudera; tres veces me la afanaron. Y me conseguí otra, de todas formas. ‘Planchadita, planchadita’, dice la canción. Acá es todo así… Pero cada uno tiene su propia bandera, ¿por qué no? Podés inventarla, matarla, ¿por qué no? Es tu pequeño poder, sin anarquía.”

“¡¡La pierna de mi abuela!!”, aúlla Luca, esta noche en Obras, antes de “Kaya”. (“Después de cada show estoy todo golpeado, porque me tiro por todos lados, me peleo con el guitarrista, o me pego en la frente, o en el pecho, para enfatizar las letras”, había dicho.) Efectivamente, ahora mismo, esta noche, se pelea con su guitarrista: ¡lo está agarrando del cuello! Ricardo Mollo salta como si el piso fuera elástico (¿en el placard de este pibe habrá algo más que musculosas?). La banda (Arnedo- Troglio-Pettinato-Mollo-Daffunchio-invitados) suena como una sirena de bomberos: impecable, perfecta. Y ya el pañuelo de Luca fue bajando hasta su cuello, desnudando la calva testa. Ahora quedó claro: efectivamente, se peló por su trabajo. “Piensan que soy un loco desenfrenado. Y de alguna manera soy así, pero no aquel loco que creen. Los que me conocen saben que soy muy tranquilo.”

Sí, hipnótico. Mentalista.

Irresistible.

“¡¡Luces calientes atraviesan mi mente!! ¡¿Y dónde estás vos?!”

Sinceramente, creo que nunca llegamos, nosotros, a estar a la altura de este mono.

“¡Mentira, mentira! ¿Y dónde estás vos? ¡¿A dónde fuiste?!”

“¡Yo quiero más, yo quiero más!”

No hay más, walking down Florida.

Luca nos hizo creer a todos que entendíamos inglés, que estaba mal enojarse con los que escupen a los músicos, y que cualquiera conocía exactamente dónde quedaba Babylon. (“I don’t care.”) “Se peló por su trabajo”, sí. Y por asco.

Oh mamá, papá, y mamá, papá; oh, papá y mamá. Dale, dale con el look; no te olvides de posar. Para vos lo peor es la libertad, resbalar, despertar. Fuck you.

“I never rocked anybody and I just want to run away. Yeyeyeyeyeyeyeye-Yoyoyoyoyo. Yeah.”

Mejor hablar de ciertas cosas: Luca era el tornado; se murió, y nosotros seguimos en el jardín primitivo.

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