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La Revista

LA RESISTENCIA

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Por Felipe Pigna (Director General). Sin duda, junto con la heroica y ninguneada resistencia obrera, la principal oposición a la dictadura se llevó adelante desde organizaciones defensoras de los derechos humanos. La más importante y novedosa fue la que aglutinó a las madres de desaparecidos en la Plaza de Mayo. Estas mujeres comenzaron a caminar por la Plaza sin abandonarla, reclamando por el paradero de sus hijos ante el cierre de puertas de ministerios, comisarías, cuarteles, iglesias y cualquier otro lugar donde buscaron respuestas. Las Madres de Plaza de Mayo, como comenzó a conocérselas en todo el mundo, también sufrieron la represión: varias de ellas fueron secuestradas, torturadas e integran las listas de desaparecidos. Azucena Villaflor, fundadora de la asociación, fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 por un grupo de tareas al mando de Alfredo Astiz, que se había infiltrado haciéndose pasar por el hermano de un detenido. Fue trasladada a la Esma antes de ser asesinada en un vuelo de la muerte. Sus restos aparecieron junto con los de otros detenidos-desaparecidos en las costas de Santa Teresita y San Bernardo entre diciembre de 1977 y enero de 1978 y fueron enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle. Tras su identificación por el Equipo Argentino de Antropología Forense hoy descansa junto a la Pirámide de Mayo. Durante el Mundial de 1978, muchos periodistas extranjeros fueron a entrevistarlas y, conjuntamente con la propaganda que realizaban los exiliados en Europa, las violaciones de los derechos humanos fueron denunciadas en todo el mundo. Además de Madres, actuaron otras organizaciones, como el Servicio de Paz y Justicia, que trabajaba en la Argentina desde 1974, cuyo dirigente Adolfo Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz en 1980 por sus denuncias contra el gobierno militar. También actuaron la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, creada en 1937; la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, formada en 1975, y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, creada en 1976 por familiares que se encontraban en los lugares a los que concurrían para intentar averiguar sobre el destino de sus seres queridos. Su primera movilización pública terminó con 350 detenidos, en octubre de 1977. Por esos días se constituían las Abuelas de Plaza de Mayo, para reclamar por sus nietos nacidos en cautiverio. Al día de hoy las Abuelas han recuperado para la memoria y la historia a más de cien nietos, incluyendo al de su fundadora, Estela de Carlotto. La campaña de desmemoria promovida desde el gobierno nacional es coherente y evidente. Coherente porque cualquier referencia seria a la represión ilegal lleva consigo la necesaria explicación –en este caso es la antítesis de la justificación– de la motivación de semejante barbarie, que motivó a las autoridades civiles y militares de la dictadura a impulsar la represión sistemática focalizada en el movimiento obrero y las organizaciones sociales con la justificación de combatir a una guerrilla aislada política y socialmente por sus errores y horrores y derrotada militarmente, e inmediatamente aparece con toda nitidez la hermandad de las políticas económicas sociales de la dictadura y las que se están aplicando en estos tristes tiempos. Y evidente porque la reducción salarial por vía inflacionaria y a través de los despidos masivos que llevan en la desesperación a aceptar salarios injustos, la apertura de las importaciones, el privilegio de la gran renta agropecuaria y financiera, la ofensiva antisindical, la patria financiera, en fin, el ataque descarado a los sectores populares, forman parte del programa histórico de la derecha liberal en el mundo y obviamente en la Argentina. La ausencia de un pasado del que puedan sentirse orgullosos los lleva a repudiar la historia y la memoria banalizándolas e invitando a mirar hacia un futuro que se promete, sin ningún argumento medianamente serio, luminoso. Pero la memoria y la historia están aquí para recordarnos nuestros principios.

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