Se estrenó el documental que aborda, a partir del asesinato del abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg, una compleja trama de servicios de inteligencia para realizar un golpe de estado.
martes 12 de mayo de 2015 | 6:09 PM |«Si usted está viendo este mensaje, es porque fui asesinado”. Así, con este video casero, comienza “La Guerra del Café (La conexión Rosenberg)”, el documental dirigido por Oscar Feíto y producido por Caras y Caretas que se presentó el pasado lunes 11 de mayo en el Village Recoleta.
El asesinato del abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg en plena calle –tema del que también se ocupa la edición de mayo de la revista Caras y Caretas– fue el punto de partida que desata una compleja trama, donde queda en evidencia la violenta realidad que viven varios países de Centroamérica, las secuelas de las guerrillas y la contrainsurgencia que deriva en escuadrones de la muerte al servicio de los sectores de la clase terrateniente.
Al estreno del documental, asistieron el documentalista David Blaustein, el periodista y locutor Eduardo Aliverti, el intendente de Quilmes, Francisco «Barba» Gutiérrez; el diputado nacional, Manuel Garrido (UCR) y su par, la diputada Liliana Mazure (Frente para la Victoria); el ex diputado nacional por la provincia de Buenos Aires (Bloque del Peronismo Federal), Gustavo Ferrari; el presidente del Grupo Octubre Víctor Santa María y el rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), Nicolás Trotta.
También se escucharon testimonios de Luis Moreno Ocampo y Manuel Garrido, quien trabajo en la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de Naciones Unidas, y del periodista de investigación salvadoreño Rodrigo Baires Quezada, del sitio Plaza Pública.
El film fue rodado íntegramente en Guatemala y recoge testimonios de la mayoría de los protagonistas, cronistas, politólogos y otros actores de esta historia. Recorre la organización del movimiento cooperativo indígena y las consecuencias que su irrupción como sector emergente provoca en un país donde el 2 % de la población es dueña del 80% de la tierra.