A pocos días de Rusia 2018, el periodista analiza el horizonte de la Selección y sus competidores. Breve repaso por las hazañas y desilusiones de nuestro país en los mundiales y el dolor de no relatar en la tierra del vodka y las mamushkas.
lunes 28 de mayo de 2018 | 2:38 PM |Por Sebastián Feijoo. Es un día de semana en el bar de C5N. Víctor Hugo Morales prepara su columna diaria un poco más temprano de lo habitual para recibir a Caras y Caretas. El dólar voló y promete un efecto dominó sobre la economía. El mejor equipo de los últimos 50 años sigue sin encontrar inversiones, derrame ni segundo semestre. Pero desplegó una devaluación fulminante de casi el 25 por ciento vía corrida cambiaria y promete más logros de la mano de su asociación con el Fondo Monetario Internacional. Víctor Hugo desplegará estas observaciones y varias más con su habitual contundencia. Decididamente no son días felices. Pero el periodista los transita con la pasión y la entrega de siempre. Los vientos cruzados que atraviesan a la sociedad entran en pausa. Al menos por casi una hora. A pocos días de Rusia 2018, Víctor Hugo también se da su tiempo para analizar qué puede pasar en la próxima obsesión de los argentinos y buena parte del mundo. El relator que logró estar a la altura del gol más grande de la historia de los mundiales se entusiasma apenas comienza a hablar de lo que puede pasar en pocas semanas. Su pasión futbolera no se devalúa y circula caudalosa entre los vericuetos del futuro inmediato, el presente y un pasado que nos alcanza a todos.
–La Selección argentina llega a Rusia después de una gran crisis en la AFA, cambios de técnicos reiterados y malos resultados deportivos. ¿Qué posibilidades le ve en el Mundial?
–El ADN futbolístico de la Argentina nunca se ve afectado por los desastres que se hacen desde la dirección. Son caminos completamente distintos. El equipo no arrastrará ninguna de esas rémoras a la hora de salir a la cancha. La preparación nunca podrá ser mejor de lo que es porque la mayoría de los jugadores viven afuera y son sometidos a calendarios extenuantes. Por lo tanto, aquella vieja queja de no tener a los jugadores entresemana para entrenarse ya murió. No existe. Y le pasa a casi todas las selecciones. Hoy en día los jugadores son todos superdotados, y Messi directamente es de otro planeta. Pero todos saben jugar y todos conocen mucho de táctica. Lo que se necesita es orientarlos. ¿Vamos a ser ofensivos o vamos a ser cautelosos? En la formación del equipo y del plantel ya se da un mensaje claro. Y el mensaje de [Jorge] Sampaoli es eminentemente ofensivo. La Argentina es una de las seis o siete mejores selecciones del mundo. Eso no la pone a salvo de que alguna de las del segundo pelotón le gane algún partido. Pero tampoco impide pensar que la Argentina le puede ganar a cualquiera de las otras seis con las que comparte el primer lote. Por lo tanto, el camino está abierto. Para lo bueno y para lo regular. No creo que para lo malo. La Argentina puede pelear por el título.
–Al Mundial 86 también se llegó después de un proceso muy complejo.
–Ese proceso fue extraordinariamente coherente en lo futbolístico y extraordinariamente incoherente en la organización. Hubo un intento de golpe de Estado deportivo impulsado por el Gobierno de aquel entonces y por Clarín, como no puede ser de otra manera. Pretendieron sacar a [Carlos] Bilardo poco antes del Mundial, por discrepancias de gustos futbolísticos. Bilardo ofreció una línea muy clara de trabajo y comportamiento. Con su obstinación y con su locura, con sus virtudes y defectos. Ese proceso fue duro pero permitió llegar a que el equipo se encontrara 30 días antes del Mundial, se concentrara, se uniera y se armara el funcionamiento que todos recordamos. Ojalá ahora suceda lo mismo. Los máximos símbolos del Mundial 86 son [Diego] Maradona y Bilardo, en ese orden, y está muy bien que así sea. Pero también hay que reconocer a [Julio] Grondona, que soportó con mucha valentía y fortaleza los embates del Gobierno de aquel entonces. Ese Grondona todavía era un gran dirigente. Años después se contaminó con los negocios de la televisión y se convirtió en otra cosa.
–Los resultados previos al Mundial habían sido muy duros.
–A mí no me importaron los resultados previos al Mundial como tampoco le importaban a Bilardo. Me preparé mentalmente para eso. Bilardo tenía un criterio, tan respetable como el contrario, según el cual todo el proceso previo al campeonato es un camino de construcción que apunta al verdadero objetivo. Con esa mirada, los resultados previos no son tan importantes. Otros técnicos, como [Marcelo] Bielsa o [César Luis] Menotti, consideran que la Selección argentina siempre tiene que estar a la altura de su historia. Naturalmente, me resulta más afín esa postura, pero apoyé y entendí la de Bilardo, y hay que reconocer que le dio resultados. El equipo del Mundial 86 ostentaba una tenencia de pelota muy importante, jugaba a una velocidad interesante para la altura de México y nunca fue superado, excepto después del 2-0 con Inglaterra y el 2-0 con Alemania, algo lógico por la desesperación de buscar el empate. Pero incluso contra Alemania, en la final, la Argentina pudo ganar 5-0. Me acuerdo de que hasta anularon mal un gol por un offside que no existió.
–¿Qué Selección argentina le gustó mucho y siente que pudo haber logrado mejores resultados?
–La de [Daniel] Passarella del 98 me gustó mucho. La de [José] Pekerman de 2006, también. Esa Selección perfectamente pudo llegar a la final. La diferencia con esa Alemania fue mínima.
–¿Qué Selección argentina le dejó una sensación de mayor frustración?
–Creo que la mayor frustración fue la de EE.UU. 94. A mi modo de ver, fue la Selección argentina con mayor riqueza técnica. Estaban Diego [Maradona], [Claudio] Caniggia, [Gabriel] Batistuta, [Fernando] Redondo. Arriba no había forma de pararlos. Lamentablemente, ese equipo no logró la solidez defensiva que pudo haber tenido. Y su eliminación, con una Rumania más que modesta, tuvo bastante que ver con esa maldita costumbre de jugar al offside en forma sistemática. Algo similar le pasó a la Argentina contra Bélgica en el 82. Son criterios futbolísticos, pero creo firmemente que si se juega al offside en forma sistemática, el rival encuentra el antídoto más temprano que tarde.
EPISODIO MENOR
–¿Cómo fue su relación con el menottismo?
–En el 78 y 79 acompañé a la Selección argentina en su gira por Inglaterra y el partido contra Holanda, que se ganó por penales. Creo que fueron dos giras. Me gustaba mucho su juego. Incluso fue la etapa del Mundial Juvenil en Japón, otro gran momento de Menotti. Después me vine a vivir a la Argentina en el 81 y formé parte de Sport 80. Quizás la influencia de otros periodistas que participaban del programa hizo que me empezara a sentir identificado con otro tipo de juego. Y lo del offside en forma metódica me pareció cada vez más cercano a la trampa. Empecé a ser un poquito más crítico y Menotti no lo tomó bien. Digamos que a una crítica menor respondió con un enojo mayor. Afortunadamente, con el tiempo los dos logramos salir de esa discusión y dejar de gastar energía en algo que no valía la pena.
–¿Cómo ve a Uruguay para el Mundial?
–Me parece que Uruguay está en condiciones de hacer un gran campeonato. Tiene a [Luis] Suárez en un nivel todavía muy alto, con una gran personalidad y una gran influencia en el equipo. [Edinson] Cavani está en un muy buen momento y es un complemento ideal. Pero esta vez se dio un salto de calidad en el mediocampo. Aparecieron varios jóvenes con carácter y mucho juego, que le pueden dar a Uruguay una ductilidad que hasta hace muy poco no tenía. Si no les falla la concentración, Colombia puede hacer una Copa del Mundo memorable. Tiene muy buenos jugadores para atacar, como [Carlos Arturo] Bacca, James Rodríguez, [Juan Guillermo] Cuadrado y Radamel Falcao García, entre otros. No me sorprendería que lleguen a semifinales.
–¿Y Brasil?
–Brasil está para que le designen el otro finalista.
–Qué recorrido extraño el de Brasil. Primero fue la derrota casi catastrófica en su casa ante Alemania. Pero pocos recuerdan que la primera parte de las eliminatorias mostró a un Brasil en una crisis profunda. Hasta que Tite asumió como técnico.
–Es verdad. Creo que en todo colectivo hay bajones. Todas las personas tienen sus altos y bajos y en los equipos se notan más. Fue difícil de entender ese bajón tan notorio. Pero a veces pasa. La derrota 1-7 de local fue algo complejo. Quizá suene disparatado o casi esotérico, pero en Brasil había un sentimiento muy fuerte de negación al Mundial. El pueblo brasileño parecía no sentirlo como propio. Creo que quizás ese sentimiento arrastró a los jugadores hacia una frustración deseada.
–¿Cómo ve a Alemania?
–Va a ser muy difícil ganarles. Son muy sólidos, saben jugar de banca, tienen muy buenos jugadores y una mente muy fuerte. Los partidos que tienen que ganar los ganan, y los que son parejos también los ganan. Son grandes de verdad. De Europa también me gusta Bélgica, aunque históricamente les faltó grandeza en los mundiales. No nos olvidemos de España. Tiene un estilo consolidado desde hace casi 15 años, de la mano de la influencia del Barcelona e intérpretes de mucho nivel.
–¿Cómo se prepara para ir a Rusia?
–Voy a ir al Mundial, pero no voy a relatar. Voy para hacer el programa con Diego para Telesur, lo cual agradezco mucho. Pero es imposible para mí ir con la ilusión de siempre si no voy a poder relatar. Voy a olfatear el Mundial de Rusia. Lo valoro, sé que mucha gente quiere ir, pero es como cuando un director va a Cannes y no presenta película. La mafia de Clarín y TyC volvió a manejar el fútbol y se da hasta el gusto de que yo no relate el Mundial. Yo trabajo ad honorem en la web Relatores para acompañar a muchos colegas queridos. Ellos están viendo si se puede llegar a hacer algo, si pueden convencer a TyC para poder relatar los partidos aunque sea por teléfono. Pero no creo que se dé.