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La Revista

LA ENTREVISTA-Alfredo Zaiat

Los errores económicos internos, los intereses políticos externos, los recortes presupuestarios y los condicionamientos a próximos gobiernos son algunos de los puntos que analiza Alfredo Zaiat tras el acuerdo con el Fondo.

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Zaiat

Por Damián Fresolone. El préstamo más grande en la historia del FMI.” “El 54% de la deuda que tomó la Argentina en toda su historia con este organismo.” “Cuatro veces más de lo que le prestó el Fondo a Grecia.” “El 37% del Presupuesto nacional para 2018.” Son algunos de los titulares que pudieron leerse durante los días posteriores al anuncio. Para analizar cómo y por qué llegamos a esto, el economista y periodista Alfredo Zaiat recibe a Caras y Caretas en la redacción de Página/12.

–En diciembre de 2017, meses antes del acuerdo, el FMI en su artículo IV del Convenio Constitutivo alertó al gobierno de Mauricio Macri sobre la crítica dependencia del financiamiento externo. ¿Fue una señal no escuchada?

–El Gobierno apostó a que el mercado financiero internacional iba a estar siempre abierto. La primera apuesta la ejecutó con la colocación de un bono, los primeros días de enero, por un total de 15 mil millones de dólares. Y desde allí, siempre creyeron que iban a poder colocar deuda. Pero en la primera quincena de marzo, Luis Caputo, el ministro de Finanzas, y sus colaboradores viajaron a Wall Street a reunirse con los principales bancos de inversión y allí les dijeron que no les iban a prestar más y que la Argentina debería acudir al FMI, a lo que el ministro respondió de manera negativa porque era inviable políticamente. Eso fue un fracaso estrepitoso de Caputo, pero fue presentado a la sociedad diciendo que la Argentina no necesitaba más financiamiento internacional ya que podía financiarse con el mercado local.

–O sea que el acercamiento no estaba previsto.

–Fue un abrazo desesperado del gobierno de Macri. No fue planificado ni previsto. Además, fue acelerado por la insólita incapacidad de la mesa de dinero del Banco Central de la República Argentina (BCRA). No hay nadie en el mercado que pueda defender el desastre que cometieron en el Central: primero liquidaron 8.000 millones de dólares y después devaluaron. Ni un alumno de primer año en la primera materia que cursa en Económicas puede ejecutar semejante estrategia financiera. En la corrida se llevaron los casi 9.000 millones de dólares que colocó Caputo. Lo que entró por deuda rápidamente salió por fuga. Ese desastre llevó a abrazarse al FMI para tener financiamiento. Entonces, Wall Street cerró el grifo de dólares, estaba en tensión el mercado cambiario y la respuesta fue desastrosa. No había peor forma de administrar una situación de estrés financiero hacia una crisis. Esta crisis era inevitable, pero la adelantaron y acudieron al Fondo.

–¿Por qué era inevitable?

–Porque la desregulación absoluta del mercado cambiario, más la liberación total de la cuenta de capital, o sea el ingreso y egreso de capitales especulativos sin control, más la apertura económica, te lleva a la irrupción con toda la contundencia de lo que se denomina “restricción externa”, que no es otra cosa que la escasez de divisas. Este problema no es nuevo, la Argentina lo arrastra desde hace 70 años, como mínimo. Esta restricción externa es el disparador de las crisis cíclicas en el país. Así es cómo el modelo de economía macrista se iba a volver insustentable financieramente. El tema era cuándo; y solos se encargaron de adelantarlo.

–Se hablaba de un monto menor y de un plazo más corto. ¿Le llamó la atención el anuncio?

–No. Wall Street ya había exigido un paquete de entre 50 y 60 mil millones de dólares para estar “tranquilos”; entre el Fondo, la extensión del swap con China y otros organismos se asemeja a esa cifra.

–Acudir al FMI era tan sólo una de las opciones. ¿De qué manera fue tomada?

–Fue una decisión geopolítica y geoestratégica de los Estados Unidos. El FMI hace o deshace de acuerdo con los intereses de Estados Unidos, ellos tienen el control. El poder de veto, por ejemplo; para el cambio de estatutos se necesita una mayoría del 85 por ciento, y Estados Unidos tiene una cantidad de votos que equivale al 16 por ciento; o sea, es imposible sin su participación. Son ellos los que definen si se apoya o no a un país y en qué dimensión. Este acuerdo servirá para ganar tiempo con el objetivo de dar alguna posibilidad a la reelección de Macri. La única potencia que sacó un comunicado de apoyo a la Argentina fue Estados Unidos mediante su Departamento del Tesoro. Esto tiene que ver con el objetivo de respaldar a un líder de derecha conservadora, que vino a enterrar la experiencia populista en la Argentina con expansión en Latinoamérica y dejar atrás la etapa histórica del populismo del siglo XXI. Se verá si cumplen el objetivo, pero este es el contexto regional para entender el apoyo estadounidense a la Argentina. ¿Y por qué a nuestro país? Porque dentro de las amenazas que el Comando Sur ha detectado para América latina se encuentran, además del narcotráfico y el terrorismo, los populismos radicales. Y su preocupación viene dada porque estas experiencias políticas abrieron las puertas a potencias extrarregionales como China y Rusia. Estados Unidos, entonces, quiere cerrar esa puerta y Macri es una pieza clave en el tablero.

–Si como estrategia la reelección de Macri no prospera, ¿el próximo gobierno, sea del signo que fuera, se verá afectado por este acuerdo?

–Sin duda. Será la pesada herencia que dejará el gobierno actual. Claramente será un inmenso condicionamiento a un futuro presidente que quiera hacer algo diferente, por ejemplo: que vuelva el control de cambio, retomar las riendas de la cuenta capital, administrar de determinada manera el comercio exterior o subir o aplicar nuevas retenciones. Todo eso, en caso de querer hacerse, implicaría una renegociación con el FMI. El acuerdo es un potente condicionamiento a los estrechos márgenes de autonomía de las políticas económicas; porque la política económica que impulsa el Fondo tiene el principal objetivo de generar los excedentes necesarios para garantizar el pago de intereses y capital de la deuda.

–En 2005, Néstor Kirchner canceló casi 10.000 millones de dólares de deuda con la entidad para librarse de ciertos condicionamientos. ¿Es inviable pensar algo similar?

–Va a ser muy difícil. Dependerá del total de desembolsos, por el momento está asegurado el primero por 15.000 millones de dólares. Pero la realidad es que no será fácil contar con los recursos para cancelar una deuda de tal tamaño.

–Adentrándonos en el acuerdo, la primera meta fiscal fuerte a cumplir es un déficit de 1,3 puntos para el año próximo. ¿De cuánto sería el recorte efectivo en pesos y de qué carteras saldrá?

–Esa meta implica recortes de entre 235.000 y 250.000 millones de pesos. Se eliminarán aproximadamente 80.000 millones de obra pública, 70.000 millones en disminución de subsidios, lo que implica nuevos tarifazos, entre 20.000 y 30.000 millones en gastos corrientes y el resto se obtendrá de una reducción en los giros a las provincias y la disminución de salarios de los trabajadores estatales. Las provincias no van a poder afrontar este recorte. La economía va directo a una recesión. Los economistas oficialistas, que son la mayoría de los que aparecen en los medios de comunicación, dicen que la economía no va a crecer y lo dicen porque son ultraoptimistas. Podría lograrse que el país crezca, pero para eso no tienen que cumplirse las metas del FMI. De esta forma, la economía macrista ha lanzado a la sociedad argentina a una catástrofe.

–¿Cómo serán las auditorías del FMI en el país?

–Por el acuerdo stand by que arregló el Gobierno van a ser trimestrales. En la carta de intención estarán minuciosamente las pautas que cada tres meses debe cumplir el país en materia de evolución fiscal, monetaria, cambiaria, de nivel de reservas y de tasa de inflación. La auditoría determinará si se cumplen cuantitativa y cualitativamente las metas. Habrá un equipo técnico, que históricamente se instalaba con una oficina en el propio BCRA, y allí avalarán o no esas metas. Si la Argentina no cumple alguna, tiene que pedir un waiver, que es una disculpa o perdón por el incumplimiento, y allí el directorio del Fondo evaluará si lo acepta o no y consecuentemente mantener o discontinuar la línea de crédito.

–Sabiendo que la obra pública se verá recortada, ¿qué rol cumplirá el sistema de Participación Público-Privada?

–La PPP podrá amortiguar algo del ajuste sobre la obra pública, pero en un escenario de inestabilidad cambiaria y monetaria y de inflación, difícilmente puedan desplegarse esos proyectos. Se han anunciado algunos, pero requieren financiamiento de entidades locales e internacionales, que sin estabilidad económica serán imposibles de expandir.

–De la mano del anuncio del acuerdo con el FMI vino el proyecto de reformar la Carta Orgánica del BCRA, ¿qué lectura hace?

–Es una señal al establishment financiero local e internacional para tratar de recuperar confianza y credibilidad en un BCRA que ha demostrado incompetencia y falta de profesionalismo. Es mostrar hacia afuera que va a ser independiente porque el Poder Ejecutivo no se va a meter y que va a tener estabilidad para que no puedan ser desplazados por otros gobiernos. Es sólo una emisión de señales a nivel institucional. Para los problemas estructurales de la Argentina es totalmente insignificante. De todas formas, esto tiene que pasar por el Congreso, excepto que Macri agudice sus rasgos autoritarios e impulse estas medidas a través de un decreto de necesidad y urgencia.

–¿Y qué lectura hacés del cambio en la cúpula del BCRA?

–El reemplazo de Caputo por Sturzenegger no hace otra cosa que mostrar el inmenso fracaso y la sucesión de desatinos de Sturzenegger y Llach al frente del BCRA, que llevaron a profundizar la crisis de la economía macrista. Caputo manejará la mesa de dinero para tratar de frenar la corrida, veremos si tiene éxito o no.

–Llega el FMI, cambian los nombres pero…

–La economía macrista va a contramano de lo que es la tendencia de las economías centrales: se abre cuando el mundo se hace proteccionista, da la bienvenida a los capitales especulativos cuando la tasa de interés está subiendo. Por eso digo que esta política económica ha llevado a la sociedad a una catástrofe, el nivel de irresponsabilidad e ignorancia sobre las cuestiones estructurales propias del país y de la situación internacional es notable. Parecería que Macri sabe tanto de cómo orientar la economía argentina como de persignarse.

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