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La Revista

LA BATALLA POR LAS IDEAS

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Por María Seoane. Directora de Contenidos Editoriales

Es curioso. Comencé a escribir esta nota el 18 de  abril de 2018. En la búsqueda de referencias sobre  los antecedentes del semanario CGT, que dirigió  Rodolfo Walsh para la CGT de los Argentinos entre mayo de 1968 y febrero de 1969, descubrí que el primer periódico obrero de la historia argentina, llamado El Proletario, apareció por primera vez el 18 de abril de 1858. Es decir, estaba escribiendo exactamente la misma mañana de aparición de ese periódico afroamericano dirigido por un tal Lucas Fernández, pero 160 años después. Sólo esta mención basta para definir que el movimiento obrero argentino tiene una larga historia de publicaciones que reflejan y reflejaron su postura ante los acontecimientos políticos o gremiales. Sería larguísimo detallar sus nombres. Sólo entre 1890 y 1970 existieron más de 200 periódicos obreros, editados por sindicatos o grupos de trabajadores.

En esta cadena identitaria se inscribió la aparición de CGT, dirigido por Walsh y editado por los dirigentes obreros Raimundo Ongaro (gráficos) y Ricardo De Luca (navales), que contó con la colaboración de periodistas de fuste como Rogelio García Lupo y Horacio Verbitsky, entre otros. Funcionando en la sede del gremio gráfico en la Capital, el periódico se editó semanalmente durante 1968, quincenalmente entre enero y junio de 1969, mensualmente desde entonces, con el inicio de la etapa clandestina, hasta febrero de 1970. Se estima que llegó a distribuir cerca de un millón de ejemplares. En este número de Caras y Caretas se explica en profundidad la importancia de la CGT de los Argentinos y su nacimiento al calor de las luchas obreras antidictatoriales, y la importancia del Programa del 1º de Mayo, nacido en el Congreso de la CGT Amado Olmos, que tensó la lucha sindical por derechos arrasados por la dictadura, escrito por Walsh y que apareció en el número 1 del semanario. Pero hablar de esa tradición obrera de tener la palabra escrita contra las constantes inequidades del capitalismo ascendente de fines de los años 60 en la Argentina entrañaba otras consideraciones. Una, la necesidad de que ese programa fuera un “manifiesto político de los trabajadores”; otra, que el periódico se transformara en un agente contra la desinformación de los grandes medios de prensa. Si la utopía era un gobierno obrero, ello necesitaba un andamiaje informativo que sostuviera las demandas e ideas de ese objetivo. En un trabajo de Mariano Mestman (UBA-Conicet) llamado “Entre la novela y el periódico obrero; entre Ongaro y Perón. Walsh y el semanario CGT (1968-1969)”, el investigador describe una visión que fue la esencia y el devenir a partir de entonces de toda la prensa obrera. “El Programa del 1º de Mayo tiene todas las características del manifiesto político, y funcionó como una suerte de matriz a partir de la cual se elaboró el periódico. Es decir, la denuncia de la situación del país en todos sus planos, la caracterización del régimen militar por su carácter ilegal e ilegítimo (‘gobierno elegido por nadie’) y por su política de entrega del patrimonio nacional (‘gobierno de los monopolios’), la propuesta de enfrentamiento a dicho gobierno (‘a la luz o en la clandestinidad, dentro de la ley o en las catacumbas’), el posicionamiento antiimperialista y anticapitalista, la denuncia del sindicalismo vandorista y el participacionista como aliados del gobierno y traidores a los trabajadores, el llamado a la rebelión de las bases contra esa burocracia y la convocatoria a ‘una gran empresa común’ a sectores extrasindicales como los empresarios nacionales, los pequeños comerciantes e industriales, universitarios, intelectuales, artistas, militares patriotas, estudiantes y religiosos de todas las creencias, fueron ejes o postulados básicos del Programa y aparecieron en forma reiterada en los diversos números del semanario (…) Pueden revisarse las colecciones de los diarios sin encontrar un solo caso en que un interés obrero legítimo haya sido defendido por una empresa periodística”. Así, 160 años después, la batalla del movimiento obrero por las ideas y una prensa propia sigue en pie.

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