Por Víctor Santa María. Presidente del Grupo Octubre
Eva emergió en medio de un mundo en el que a las mujeres se las había declarado invisibles para siempre. Fue Esa Mujer la que en un momento, ajustada a los lazos del ala sindical, vislumbró en la comunidad política de mujeres trabajadoras el peso específico de una fuerza e incluyó a las amas de casa, las otras invisibles.
Con esta Evita, la de 1947, el peronismo trae al mundo público “las inequidades del circuito doméstico y politiza el hogar, borra las fronteras entre lo público y lo privado, y pone en jaque al statu quo”, explica la historiadora Silvana Palermo en su obra Los derechos políticos de la mujer, obra citada en la nota de tapa de esta edición de Caras y Caretas. Eva parió a mujeres dirigentes y dirigidas. Marcó el camino con su discurso del 23 de septiembre de 1947: “Mujeres de mi Patria: Recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas… Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional”. Eva parió a las Madres y a las Abuelas, esas mujeres que resistieron palos e insultos buscando una respuesta y la sagrada dignidad de poder llorar en algún lugar físico a esos que no están y que lucen eternamente jóvenes y sonrientes en las pancartas de la ronda de los jueves de la Plaza. Parió a líderes sindicales y políticas y a esas mujeres que pelean anónimamente todos los días de su vida por la igualdad y soberanía de su empleo. Las 150 mujeres asesinadas en este semestre del año no deben ser sólo una horrorosa estadística. Nunca más, Ni Una Menos. Esta es la única consigna.