Ricardo Carpani produjo su obra convencido de que el arte debe estar al servicio de la revolución o, si se quiere, de las transformaciones sociales. Su trabajo se enmarca en la denuncia de la explotación y en el llamamiento a la liberación, de lo que también da cuenta su producción ensayística. A veinte años de su muerte, va este homenaje a un artista fundamental del siglo XX argentino.
viernes 25 de agosto de 2017 | 2:55 PM |Por Alejandra Maddonni (Artista visual y docente investigadora. Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata). Ella se desplaza con cuidado, muy despacio, casi flotando. Nos abre las puertas de su casa, del taller de Ricardo y con su mirada de luz, como cada vez que habla de él, murmura cómplice: “Este era su escritorio, aquí trabajaba”. Escribir sobre Carpani a veinte años de su partida demanda un acto de justicia: recuperar la figura de Doris Halpin, su compañera de vida. Una brillante luchadora que no sólo pintó con él sino que sostuvo las ideas del artista con pasión amorosa y militante en cada charla, encuentro o exposición.
Ricardo Carpani inicia y afirma la relación con el dibujo y la pintura a partir de su trabajo como modelo vivo en la Academia de Pintura de París. Su primera formación la transita a los 22 años con Emilio Pettoruti, artista argentino muy atacado y resistido por el público porteño y la crítica de entonces. Su producción estaba muy lejos de responder a los rigurosos cánones del momento. Sus obras, organizadas a través de planos de color pleno, remitían a las estructuras formales del cubismo y futurismo europeos. El perfil vanguardista de su primer maestro debe de haber influido, de algún modo, en la singular producción artística del joven Carpani. Lino E. Spilimbergo, pintor y muralista que supo retratar la realidad de los trabajadores argentinos, era recordado por Carpani como otra referencia importante en su formación.
Promediando la década de 1950, participa de la corriente ideológica de la izquierda nacional, espacio que se diferencia de la izquierda tradicional en lo que refiere a su interpretación del peronismo. Algunos miembros de la agrupación veían en Perón al patriota que intentaba defender al pueblo argentino de sus explotadores imperialistas y por quien el pueblo trabajador se movilizaba masivamente. Allí se relaciona con Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui y Rodolfo Puiggrós, entre otros, y colabora en algunas de sus publicaciones.
Para Carpani, el muralismo es una opción fundante. En una entrevista realizada por Ana Longoni en 1992, el artista expresa: “Propugnábamos un arte nacional, en un sentido latinoamericano y revolucionario, ligado al movimiento obrero. Un arte que cumpliera una función eficaz: la imagen al servicio de las luchas concretas de los trabajadores. Nos insertábamos naturalmente en la corriente del muralismo latinoamericano: los mexicanos, Portinari, Guayasamín, Spilimbergo, el Berni de los años 30 y 40, etcétera”. El primer mural a la intemperie lo pinta para YPF en 1957 y luego junto a Juan Manuel Sánchez realiza otros dos en la librería Huemul.
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