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La Revista

De golpistas a destituyentes

Por María Seoane – Directora de Contenidos Editoriales.

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La era de los golpes de Estado armas en mano y tanques por asalto parece haber caído en desuso. Sin embargo, por la etiología y naturaleza, esos golpes no desaparecieron ni desaparecerán de la faz de la Tierra, en estos momentos bajo un régimen capitalista financiero global cuya concentración de riqueza y desigualdad nunca antes se vio. En la Argentina, el capitalismo de alta densidad –basado en la alianza de los bancos, las corporaciones nacionales y extranjeras, los grandes terratenientes y agroexportadores– ha mutado de los intentos destituyentes más que por la vía de las armas a dos tipologías que aparentemente coexisten con la democracia política: los golpes de mercado y los golpes mediáticos, imbricados de manera indispensable para producir el efecto en la cabeza –simbólico y de creencias– y en el bolsillo de la gente –es decir, en su nivel de vida. Así, los cuarteles del siglo XX fueron reemplazados por las cuevas del dólar ilegal, el lavado de dinero, la fuga de divisas, la evasión de impuestos, el ocultamiento de las cosechas, acompañados por los títulos en la tapa de diarios y de portales en los que se anuncia al mismo tiempo el descrédito de la política. En síntesis, los golpes de Estado larvados –es decir, cuando no producen el inmediato cambio de gobierno– se cuecen a fuego lento en lo que se llamó aquí (otros países de la región, como Brasil, tienen el mismo marasmo), “maniobras destituyentes” producidas por “el círculo rojo”. La primera condición es debilitar al gobierno sobre el que caen todas las pestes anunciadas en los portales y diarios de las corporaciones mediáticas; es decir, al tratar al poder electo democrático como okupas de poder y horadarlo hasta los límites del descrédito público.

La construcción del imaginario golpista de nuevo tipo incluye, desde ya, el uso de la mentira y la difamación: la transformación del periodismo en una actividad de empleados de comercio y operadores de las empresas libretistas del golpe. Nunca mejor, como conclusión, que la famosa frase “nada se pierde, todo se transforma”.

Esta dialéctica es el identikit de los golpes de nuevo tipo contra las democracias.

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