Por Víctor Santa María – Presidente del Grupo Octubre
viernes 13 de noviembre de 2015 | 10:48 PM |
Ellos no son de ningún lado. Por eso el capital, que no es sonso, los produce, los cría, los expulsa y los vomita. ¿Cómo se puede hablar de inmigrantes y ponerles la cara y el cuerpo a esos miles de seres que deben dejar su tierra por persecución, hambre y olvido? Ninguno de ellos, los que se ahogan en los mares del mundo abrazados a sus hijos, sospecha que la tierra prometida es un lugar en el que sólo recibirán hostigamiento y discriminación. Hablamos de gente. Personas que ya perdieron su condición de ser. Todo les fue arrebatado del fondo de los sueños de una vida con dignidad. Y la Europa sabia y culta y la América de los americanos, tan progresista, se hacen cruces pensando en la desolación de esos países, tan pobres por gracia de alguna divinidad. Nadie es responsable de producirlos. El problema es de otro. Ese otro que no está.
“Están trayendo sus drogas, están trayendo su crimen. Son violadores y algunos, asumo, son buenas personas”, dijo el impresentable Donald Trump hablando de los mexicanos que forman parte de esos 500 mil inmigrantes clandestinos que, pagando mucho, cruzan la frontera. Sólo se oyeron algunas quejas, una que otra burla de los opositores. Porque vale la pena citarlo, es él nada más y nada menos que el candidato por el Partido Republicano en las elecciones de 2016.
“Los refugiados que llegaron por razones económicas tienen que abandonar Alemania”, sostuvo Angela Merkel luego de intentar mostrarse comprensiva. Y este es el parecer. El que fue expulsado de su tierra por guerra, hambre y represión nunca será bienvenido en el reino de Dios de los países capitalistas fuertes. Este el mensaje: el capitalismo es el ángel exterminador de los pobres nuestros de todos los días. Si no se entiende, nada tiene sentido.