Por Víctor Santa María – Presidente del Grupo Octubre
miércoles 17 de febrero de 2016 | 12:56 PM |La cocina argentina es la síntesis de los platos elaborados con los productos arrancados de nuestro suelo y los platos sazonados que fueron trayendo las distintas corrientes migratorias. Por eso es tan diferente la identidad de los que pueblan estas tierras del sur con la de sus pares latinoamericanos.
Comer es un hecho biológico; cocinar y combinar los distintos elementos que se sirven en la mesa es cultura.
Porque la gastronomía es una de las manifestaciones culturales más importantes y definitorias. Juana Manuela Gorriti y Doña Petrona, cada una con su impronta y dentro de su tiempo, ayudaron a conformar lo que somos hoy.
La mezcla de tamales y carbonadas con milanesas, pizzas y tortillas de papas dio como fruto esa cocina por la cual somos tan “argentos”: ricos con cultura light, una clase media que pide lo sabroso, y los pobres que buscan alimentos rendidores.
Patricia Aguirre, una antropóloga argentina que estudió el tema de las comidas en los distintos estratos sociales, y que escribe en este número, explica: “Estadísticamente, el cuerpo del pobre es gordo de escasez. Con aquellos alimentos ‘rendidores’ tapa la falta de micronutrientes. Esto emerge en la falta de hierro de las embarazadas, en la pérdida de dientes, la cantidad de lisiados dentales por falta de calcio, en la cantidad de personas de baja talla, que no llegan a desarrollar su potencial genético de altura porque son desnutridos crónicos. Son gordos de escasez, no gordos de abundancia como los de la clase media”.
Sin duda, en la mesa de los argentinos también se sientan la economía y la injusta distribución de la riqueza.
CyC/sc