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La Revista

Buenos Aires en llamas

En el racconto de jornadas de violencia política, la Argentina tiene un mojón marcado el 15 de abril de 1953, cuando sectores antiperonistas detonaron dos bombas en Plaza de Mayo en medio de un discurso de Juan Domingo Perón y luego diversos grupos se lanzaron a prender fuego el Jockey Club, la Casa Radical de Buenos Aires y la Casa del Pueblo Socialista.

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Jockey club incendiado

El 15 de abril de 1953 era un día de movilización. La CGT había convocado a los trabajadores a Plaza de Mayo para contrapesar la creciente disconformidad de la población con el gobierno. A la dificultosa situación económica se le había sumado el problema de la carne: los productores ganaderos exportaban cada vez más cantidad de kilos, por lo que el mercado local se encontraba prácticamente desabastecido. Además, la muerte inesperada de Juan Duarte, hermano de Eva, fallecida un año atrás, despertó suspicacias y enojo, ya que se lo vinculaba en el manejo especulativo del precio de la carne.

El discurso de Juan Domingo Perón no esquivó la crisis económica, a la que le destinó una parte de sus palabras. Se estaba refiriendo al control de precios, una herramienta que consideraba indispensable en aquella situación, cuando todos los presentes se conmocionaron con el estruendo de una bomba.

«Compañeros, éstos, los mismos que hacen circular los rumores todos los días, parece que hoy se han sentido más rumorosos, queriéndonos colocar una bomba», reaccionó el general. A lo que le respondieron con el segundo explosivo, en medio de la alama de los manifestantes. Entonces, Perón afirmó: «Podrán tirar muchas bombas y hacer circular muchos rumores, pero lo que nos interesa a nosotros es que no se salgan con la suya, y de esto, compañeros, yo les aseguro que no se saldrán con la suya».

La gente corría, desesperada, en medio de un caos que dejó cinco muertos y un centenar de heridos, muchos de gravedad. El discurso de Perón terminó encendido: «Eso de leña que ustedes me reclaman –en referencia al grito de la multitud– ¿por qué no empiezan ustedes a darla?». Tomando al pie de la letra aquella pregunta, distintos grupos fueron directamente a atacar sedes partidarias y locales sociales. Fueron incendiados La “Casa del Pueblo”, la sede histórica del socialismo, al igual que la Biblioteca Obrera Juan B. Justo, donde se archivaba la historia del movimiento obrero argentino; la Casa Radical; el comité central del Partido Demócrata y la sede social del Jockey Club.

Ardía Buenos Aires, pero los bomberos llegaban tarde y con autobombas sin agua, en lo que muchos interpretaron como un apoyo a estos actos vandálicos del peronismo.

Como autores de los ataques a Plaza de Mayo se encontraron militantes radicales y demócrata progresistas. Después denunciaron que les sacaron la confesión bajo tortura, aunque años más tarde y amnistiados por Perón, reconocieron que estaban vinculados con los hechos. Mariano Grondona, quien entonces era abogado, también fue responsable de los ataques, tal como reconoció décadas después en su programa de televisión «Hora Clave».

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