Por Víctor Santa María – Presidente del Grupo Octubre.
jueves 10 de septiembre de 2015 | 1:24 PM |
El 6 de septiembre de 1930, finalmente, el recontraanunciado golpe contra Hipólito
Yrigoyen se concretó tal como lo habían previsto y siguiendo paso tras paso el nefasto plan de honrar a los más ricos para empobrecer hasta el infinito a los más pobres. Y ese día marcaría el comienzo de una costumbre liberal, liderada por los “Uriburus” y los “Justos” de todos los tiempos, que intentaría marcar a fuego el ADN de los argentinos con la seguridad de que lo lograrían de una vez y para siempre.
Para saber qué es un liberal para estos golpistas sólo hay que refrescar una genial cita de Juan Bautista Alberdi en sus Escritos póstumos: “Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libre, para ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. El liberalismo como hábito de respetar el disentimiento de los otros es algo que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente es enemigo; la disidencia de opinión es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte”.
Los golpes de Estado fueron evolucionando con el devenir de los años. Con o sin cuarteles y renovando su discurso a favor de los banqueros indignos, las corporaciones mediáticas, y a la sombra de una sociedad que sólo tiene ojos para mirar su propio ombligo, piensan que lograrán concretar su deseo. Una vez más, y esto es lo que no soportan, hay un pueblo organizado que ya aprendió que el desprestigio a los gobiernos sólo es una treta de las derechas universales.
Ese pueblo es el mismo que resistió cada uno de estos embates poniendo el pecho sin miedo y sin rencores. Cumplimos 32 años de democracia. Y esto sí que es lo único que importa y hay que honrar. Al gran pueblo argentino, salud. Para siempre.