“Muera el traidor Urquiza”, con ese grito como bandera, el 11 de abril de 1870, entró un grupo montonero a terminar con la vida del entrerriano Justo José de Urquiza. Fue varias veces gobernador de su provincia, se lo considera el primer presidente constitucional, acumuló una fortuna y la historia cuenta que tuvo más de un centenar de hijos.
martes 11 de abril de 2017 | 3:25 PM |Justo José de Urquiza nació el 18 de octubre de 1801 en una estancia cercana a Concepción del Uruguay, en provincia de Entre Ríos. Perteneció a una familia de recursos y su padre fue coronel. Apenas empezó a recorrer su propio camino, afloró su capacidad para los negocios que, pasados los 20 años, ya le había garantizado una posición económica muy sólida.
Perteneciente a las ideas federales, a los 25 años fue electo diputado de la legislatura provincial de Entre Ríos. En 1832 lo designaron comandante general del Segundo Departamento Principal, un puesto que era la mano derecha de la gubernatura, y nueve años más tarde llegaría al puesto de gobernador por primera vez. Sin dejar su origen militar, Urquiza participó en numerosas batallas en el bando de los federales de Juan Manuel de Rosas y del caudillo oriental Manuel Oribe. Eran tiempos de guerras civiles y no dejaban de sucederse los enfrentamientos con los unitarios de José María Paz y su aliado oriental, Fructuoso Rivera.
Durante su vida, su pulsión comercial se interpuso varias veces en su carrera política. Cuando tenía cercado a Paz, decidió acordar un alto el fuego con el gobernador de Corrientes y firmó el tratado de Alcaraz, que promovía la libre navegación de los ríos y planteaba la necesidad de organizar constitucionalmente al país. En seguida, Rosas denunció «el desvío, la miseria y la ceguera del General Urquiza».
Este enfrentamiento le valió varias medidas de Rosas que afectaron la economía entrerriana. Con una enorme capacidad estratégica, Urquiza tuvo la audacia de aceptar la renuncia de Rosas a la conducción de las relaciones exteriores de la Confederación: un papel que presentaba todos los años, convencido de que no sería removido de su cargo. A través de este decreto conocido como el Pronunciamiento de Urquiza, el 1 de mayo de 1951 le aceptó la renuncia a Rosas y reasumió para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores. Como siempre, el fondo de la cuestión era la libre navegación de los ríos que le permitía comerciar sin pasar por el puerto de Buenos Aires.
Con el Imperio de Brasil como aliado, Urquiza armó el Ejército Grande y avanzó sobre Buenos Aires. El 3 de Febrero de 1852 derrotó a Rosas en la Batalla de Caseros, quien presentó también su renuncia como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Con la traición de los terratenientes como tiro de gracia, Rosas se exiliaría en Inglaterra.
Urquiza se convirtió en director provisional de la Confederación Argentina, con facultades extraordinarias como el mando de las Fuerzas Militares y el control de todas las rentas, gracias al acuerdo en San Nicolás, que también convocó al Congreso General Constituyente que sancionó l Constitución Nacional el 1 de mayo de 1853.
Al dictar la libre navegación de los ríos y la supresión de las aduanas interiores, Buenos Aires volvió a pararse en la vereda opuesta a Urquiza, quien intentó bloquearles el puerto pero fracasó. Se produjo la secesión, que dejó de un lado a Buenos Aires y del otro a las 13 provincias reunidas en la Confederación Argentina, que respondían a un gobierno con capital en Paraná que no recibían capitales extranjeros, carecían de una moneda fuerte y no lograban nacionalizar sus instituciones. En una fórmula con el unitario sanjuanino Salvador María del Carril, Urquiza fue elegido como máxima autoridad de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860, es decir, fue el primer presidente constitucional de los argentinos.
«He querido evitar la sangre y he procurado la paz. El gobierno de Buenos Aires se empeña en provocarnos con un ejército que no puede resistirnos. Pues bien, conquistemos por la acción de las armas una paz duradera», dijo Urquiza ante sus tropas el 23 de octubre de 1859, antes de la Batalla de Cepeda. Tras su contundente triunfo, firmó el Pacto de San José de Flores, en el que Buenos Aires comprometía su ingreso a la Confederación, a cambio de hacer reformas a la Constitución.
Nuevamente como gobernador de Entre Ríos, enfrentó a Bartolomé Mitre en la Batalla de Pavón al mando de los soldados de la Confederación Argentina. Queda como un tema irresuelto de la historia argentina la polémica decisión de Urquiza de retirarse, cuando sus tropas tenían superioridad numérica.
Luego se desató la Guerra contra el Paraguay, en la que volvió a centrarse en su rol de comerciante y le vendió caballos al ejército brasileño.
Muy desacreditado, a los 67 años se postuló para la presidencia pero perdió en forma abrumadora contra el candidato unitario, Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, tras el final de la guerra, recibió al presidente en su Palacio San José. Esto, sumado al cuestionado abandono de la Batalla de Pavón y al apoyo a la guerra, quebró su relación con otros líderes federales. El 11 de abril de 1870 fue atacado en su palacio por un grupo que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán. Cuando escuchó «¡Muera el traidor Urquiza!», los enfrentó pero cayó por un disparo y fue rematado a puñaladas.
A pesar de su agitada vida política, el entrerriano tuvo 23 hijos reconocidos y una cantidad indeterminada de hijos no reconocidos, que algunas versiones afirman que superarían el centenar.